Añoro
los días y las noches
de
mis sueños perfectos,
porque
solo allí no habitaban los defectos.
Anhelo
las historias de aquellos
cuenticos
que me leían cuando era pequeña,
pues
siempre eran finales felices en cada historia.
Pero
con el tiempo,
he
aprendido a llorar en silencio
y
ver pasar los días, arrullando el desprecio.
¿Cómo
es posible destruirnos entre nosotros?
si
pertenecemos a la misma especie.
Somos
seres humanos, que dizque razonamos.
Muchas
personas piden la paz,
hablan
de ella, sueñan con ella,
la
dibujan y hasta la cantan…
Pero
hasta el momento,
eso
no ha sido suficiente,
porque
la guerra con armas, no se combate.
Tiene
más expectativas hoy en día,
un
niño que un adulto;
ya
que la creatividad inunda la ira.
Últimamente
a nadie le importa
que
la luna cambie de color,
pierda
su brillo y opaque su sabor.
La
primicia del siglo XXI,
es
engrosar los bolsillos de unos cuantos,
gracias
a los intereses creados;
sin
importar los principios, ni el legado
de
nuestros antepasados.
Es
insignificante,
la
sangre derramada de cuan ingenuo,
lo
dió todo por soñar con un mundo mejor.
Mientras
la guerra se vanaglorea,
por
tener semillas macabras,
semillas
políticas y semillas del mal.
Quizá,
todas estas semillas,
las
cultive Colombia,
en
muchas presentaciones,
colores
y sinsabores.
Pero
aún, creo en las futuras generaciones,
que
a cambio de destruirse como caníbales,
harán
carnavales, para reconstruir el país.
Un
país bueno o malo,
en
el que hoy nosotros decidimos vivir.
Es
tan rico en su diversidad
que
todo aquel que lo habita se aprovecha de él.
Y
es tan fructífero que hasta él mismo,
espera
el cambio, en los seres humanos.
Tal
vez yo no vea esos cambios,
pero
estoy segura que seré,
una
de las semillas aportantes,
con
mente distorsionada.
MACRIX CASCHA
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