Bastaba
leer la nostalgia de tu mirada
cada
vez que emprendía mi viaje,
dejándote
el alma rota y tus sueños navegantes.
No
entendía el por qué me amabas tanto,
cada
minuto que compartíamos juntas
jurándonos
amor eterno.
Hasta que un día la vida colisionó
la rutina agobiadora,
despertando nuestras ausencias
e imponiéndonos nuevos retos,
para volver a ser madre e hija.
Aunque cambiemos de roles a veces,
y lloremos juntas con mis problemas;
tú la de cuatro patas, guantes blancos
y cola alegre irradias luz,como la esencia de mis cinco almas. |
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