martes, 25 de noviembre de 2014

VERÓNICA

Bastaba leer la nostalgia de tu mirada
cada vez que emprendía mi viaje,
dejándote el alma rota y tus sueños navegantes.
No entendía el por qué me amabas tanto,
cada minuto que compartíamos juntas
jurándonos amor eterno.

Hasta que un día la vida colisionó
la rutina agobiadora,
despertando nuestras ausencias
e imponiéndonos nuevos retos,
para volver a ser madre e hija.

Aunque cambiemos de roles a veces,
y lloremos juntas con mis problemas;
tú la de cuatro patas, guantes blancos                                                                                       
y cola alegre irradias luz,como la esencia de mis cinco almas.


Por: Macrix Cascha

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Macrix Cascha