Entre rama y rama
de ese árbol estéril
tienes a mi alma
colgando de una hoja.
Enterrada en tierra
árida y desabrida
dejaste mis ilusiones
antes de marchar.
Mientras te escondes
en la intermitencia melancólica
de la indecisión
que recorre por tus venas.
¡Calla! Tú no te conformas
con un amor fiel,
puro y sincero;
sino que la promiscuidad
de lo superfluo cautiva tu pasión.
Esa adicción errada
de ver a la mujer como sujeto,
y no como un complemento
de admiración como debiese ser.
Lo más cruel es el masoquismo
al que me he aferrado
queriendo complacerte,
sin herir mi esencia;
a raíz de tu indiferencia.
Quizás se acerque el día
en que me canse y me ausente
para siempre de tu vida;
Solo hasta ese momento
Veras el vació de no ser correspondido.
Por: Macrix Cascha
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