Por: Macrix Cascha
Hora perfecta,
hora imperfecta
para los que les gusta la aventura
y diversas locuras.
Hora ausente,
hora indecente
para los convencionalistas
o personas realistas.
Hora visualizada,
a percepción de cada cual;
imbisibilizando las acciones
de innumerables recuerdos.
Hora perfecta
para escribir y ser leído,
hora imperfecta
para estar en la calle.
Nadie puede imaginar
la razón de ser
de todas las mañanas.
-Pues a las tres-
bajo la ruana
yo diviso el panorama...
También, un próspero atardecer
que aún no nace
y mis parpados
parecen desfallecer.
No es una hora cualquiera
pues no demerita alguna otra,
cuando se trata de belleza;
aquella que dibuja el alma.
Desde las tres de la mañana
veo crecer mares y montañas.
El cielo corre tras las estrellas
mientras busca su escafandra.
Y por ende, los grillos
arrullan en un solo sonsonete
a cualquier indecente incandescente.
Hora perfecta,
hora imperfecta
para los que les gusta la aventura
y diversas locuras.
Hora ausente,
hora indecente
para los convencionalistas
o personas realistas.
Hora visualizada,
a percepción de cada cual;
imbisibilizando las acciones
de innumerables recuerdos.
Hora perfecta
para escribir y ser leído,
hora imperfecta
para estar en la calle.
Nadie puede imaginar
la razón de ser
de todas las mañanas.
-Pues a las tres-
bajo la ruana
yo diviso el panorama...
También, un próspero atardecer
que aún no nace
y mis parpados
parecen desfallecer.
No es una hora cualquiera
pues no demerita alguna otra,
cuando se trata de belleza;
aquella que dibuja el alma.
Desde las tres de la mañana
veo crecer mares y montañas.
El cielo corre tras las estrellas
mientras busca su escafandra.
Y por ende, los grillos
arrullan en un solo sonsonete
a cualquier indecente incandescente.
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