domingo, 9 de junio de 2013

3:00 AM

Por: Macrix Cascha

Hora perfecta,
hora imperfecta
para los que les gusta la aventura
y diversas locuras.

Hora ausente,
hora indecente
para los convencionalistas
o personas realistas.

Hora visualizada,
a percepción de cada cual;
imbisibilizando las acciones
de innumerables recuerdos.

Hora perfecta
para escribir y ser leído,
hora imperfecta
para estar en la calle.

Nadie puede imaginar
la razón de ser
de todas las mañanas.

-Pues a las tres-
bajo la ruana
yo diviso el panorama...

También, un próspero atardecer
que aún no nace
y mis parpados
parecen desfallecer.

No es una hora cualquiera
pues no demerita alguna otra,
cuando se trata de belleza;
aquella que dibuja el alma.

Desde las tres de la mañana
veo crecer mares y montañas.
El cielo corre tras las estrellas
mientras busca su escafandra.

Y por ende, los grillos
arrullan en un solo sonsonete
a cualquier indecente incandescente.

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Macrix Cascha